Por Eduardo Sánchez Alepuz
Jefe del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología Hospital IMED Valencia
Jefe de Servicio de COT de UM Valencia
Vicepresidente de la Asociación Española de Artroscopia (AEA)
En las últimas décadas, el interés por realizar ejercicio físico ha ido aumentando de forma progresiva, representando una actividad social y cultural de primer orden. Las lesiones deportivas que afectan al hombro han ido aumentando de forma proporcional a la práctica de deportes donde las exigencias funcionales de esta articulación han sido mayores, constituyendo en la actualidad del 8 al 13% de las lesiones deportivas.
El deporte, realizado en condiciones adecuadas, tiene un efecto positivo en la salud de las personas aún con el riesgo de sufrir lesiones. La mayoría de estas lesiones son producidas por causas traumáticas, golpes directos o caídas sobre el brazo, o bien por sobreutilización que provocan microtraumas de repetición en las estructuras que conforman la articulación del hombro. Todos estos mecanismos afectan de igual forma a deportistas profesionales como a deportistas recreacionales, y especialmente se dan en aquellos deportes donde practican lanzamientos por encima de la cabeza, como el béisbol, balonmano, voléy y tenis, y en deportes donde son imprescindibles grandes rangos de movilidad con repeticiones muy frecuentes como en la natación.
El hombro es una articulación con unas características muy peculiares; tiene una movilidad superior a la de cualquier otra articulación del cuerpo y con una amplitud de movimiento casi global en todos los planos y ejes del espacio. Toda esta amplitud de movimientos va asociada a una gran estabilidad de la articulación, lo que hace que la articulación del hombro no sufra luxaciones, a pesar de forzarla con movimientos incluso extremos.
La idiosincrasia de cada deporte nos obliga a establecer protocolos de entrenamiento para potenciar y fortalecer aquellas estructuras que pudieran ser susceptibles de lesionarse por traumatismos directos o por sobreuso en los entrenamientos o en los partidos.
Para minimizar las lesiones del hombro, el deportista, su preparador y su médico responsable, deben conocer los tejidos y estructuras de dicha articulación expuestos al peligro de lesión en cada tipo de deporte, personalizando los ejercicios para fortalecer las estructuras más débiles, y de estiramiento de las estructuras más retraídas, buscando la movilidad ideal para el máximo rendimiento y minimizar lesiones.
Si se ha producido una lesión, el cirujano deportivo deberá evaluar el hombro doloroso con una meticulosa exploración clínica, analizar los antecedentes o el mecanismo de lesión que refiere el deportista, y conocer muy bien la biomecánica del hombro y su relación con el deporte que practica el deportista. Con estas premisas, en más del 90% de los casos, nuestro diagnóstico debe establecerse y sólo las pruebas complementarias (radiología, resonancia magnética, TAC, EMG y otras) que creamos imprescindibles para el diagnóstico nos lo confirmarán.
Las patologías que más frecuentemente se asocian al hombro del deportista son: cuadros de inestabilidad con luxaciones o subluxaciones glenohumerales unidireccinales, bidireccionales o multidireccionales, microinestabilidades por sobreuso repetitivo, cuadros de pinzamientos del manguito con el acromion (pinzamiento clásico de Neer) o del manguito con el reborde posterosuperior del rodete, lesiones de inserción tendinosa fundamentalmente del bíceps (lesiones de SLAP) y lesiones neurológicas como la compresión del nervio supraescapular en los jugadores de tenis.
Establecido el diagnóstico, hay lesiones que pueden curar o mejorar con un correcto programa médico y rehabilitador, basado en medicación antiinflamatoria local o sistémica, crioterapia, reposo o readaptación de la actividad física en función del grado de lesión y establecimiento de un plan fisioterapéutico y rehabilitador personalizado para cada tipo de lesión y de deportista.
Hay lesiones que son quirúrgicas de inicio o que tras un plan rehabilitador los objetivos de recuperación funcional no se han cumplido. El objetivo de la cirugía es restablecer y reparar las estructuras lesionadas al estado previo de la lesión y siempre teniendo en cuenta el tipo de deportista y deporte que realiza el lesionado. Si no tenemos presente esta premisa básica, podemos mermar el resultado funcional tras la cirugía. Por ejemplo los lanzadores de béisbol o balonmano, precisan una importante rotación externa del hombro para el lanzamiento, si tras una cirugía acortamos los grados de rotación externa, este deportista puede tener disminuida su funcionalidad y disminuir su rendimiento respecto al estado que tenía previo a la lesión.
Como técnica terapéutica, la artroscopia nos permite, llegado el momento de tener que intervenir a un lesionado, visionar todas las estructuras del hombro (huesos, cartílago, cápsula, ligamentos, tendones, etc.) pero además nos permite verlas de forma dinámica, reproduciendo durante la intervención artroscópica los gestos donde el deportista nos manifiesta que le aparecen los síntomas, y de esta forma, a través del artroscopio, ver el comportamiento de las diferentes estructuras del hombro al realizar un saque de tenis, en rotaciones externas máximas al hacer un lanzamiento, etc. y que mediante una cirugía abierta sería muy difícil diagnosticarlas. De esta forma la artroscopia nos confirmará el diagnóstico definitivo, así como el tratamiento que tenemos que realizar.
En la actualidad, gracias al avance de la tecnología en ópticas, instrumentales específicos para realizar las cirugías por artroscopia y los nuevos implantes que se precisan para reparaciones de tendones, no cabe duda que la cirugía artroscópica de hombro, en manos expertas, pueden solucionar todos los problemas relacionados con las lesiones de los deportistas y permite obtener una mayor visión y valoración de las lesiones de forma dinámica, reproduciendo los mecanismos de lesión y de forma mínimamente invasiva reparar todas las estructuras lesionadas.
En definitiva el avance de la cirugía artroscópica aplicada al hombro del deportista, nos ha permitido diagnosticar lesiones que antes desconocíamos, reparar lesiones que antes por cirugía abierta no veíamos y los mas importante, devolver al deportista la ilusión por volver al mismo nivel funcional que tenía antes de la lesión en el mínimo tiempo posible y facilitar el retorno a la actividad deportiva en la mejores condiciones funcionales y físicas en el menor tiempo posible.
@DrSanchezAlepuz
Servicio de COT. Departamento Aparato Locomotor. Hospital IMED Valencia.
18 de Agosto de 2017